Este artículo es para ti si estás procesando lo que te pasa hoy en tu trabajo o saliste de un trabajo donde quedaron temas por sanar y deseas recuperar aprendizajes.
No seré la típica que diga «vele el lado positivo, de todo se aprende» y creer que con eso tu situación se va mágicamente a volver menos desagradable. Pero aprender PUEDE ser una forma de sanar, y… si ya pasaste por todo esto, ¿por qué no sacarle todo el provecho posible para evitar repetir lecciones?
Para ello, aquí dejo algunas preguntas de reflexión que te pueden ayudar a encontrar algunos aprendizajes acerca de ti, y para ti. Mi sugerencia es que respondas en modo «lista», es decir, intentando agotar todas las respuestas a una pregunta, para que busques profundizar lo más posible. No te quedes con la primer respuesta que aparezca. Habrá preguntas que respondas en dos renglones, y otras en dos páginas, el punto es que sientas que ya no hay más por «extraerle» a la pregunta.
- Toma unas respiraciones para conectar con tu cuerpo, y ve a esa etapa de tu vida, siente que regresas a ella. Enlista todas las emociones y todas las sensaciones físicas que sientes alrededor de esta experiencia laboral. ¿Qué notas? ¿Cuáles emociones y sensaciones de acentúan alrededor de alguna etapa, proyecto, actividad o persona de ese trabajo?
- ¿Qué deseo hacer con estas emociones y sensaciones? ¿Con qué finalidad deseo esto? ¿Cómo me voy a sentir después si hago esto que deseo?
- ¿Qué es lo que agradezco de este trabajo?
- ¿Qué aprendí para bien, que me llevo?
- ¿Qué aprendí que no quiero ser/hacer o tomar de este trabajo?
- ¿Qué lecciones profesionales me ha dejado?
- ¿Y qué lecciones personales me ha dejado?
- ¿Qué situaciones no quiero volver a vivir?
- ¿Qué no voy a volver a permitir?
- ¿Qué puedo hacer para evitar que esto vuelva a suceder?
- ¿De qué me tengo que hacer cargo para evitar volver a estar en esta situación/es, o para poder salir bien de ella?
- ¿Qué descubrí acerca de mis mis valores?
- ¿Y acerca de mis preferencias laborales?
- ¿Qué consejo le diría a mi yo de hace X años, justo antes de empezar este trabajo, para vivirlo mejor?
- ¿Qué dirían mis compañeros/as de equipo de mi?
- ¿Para qué me ha preparado este trabajo?
- ¿Qué me di cuenta que necesito trabajar, fortalecer o aprender?
- ¿Qué necesito hoy para estar bien?
- ¿Qué agradezco hoy en mi vida?
- ¿De qué me doy cuenta?
Y claro… el (anti)comercial que NO esperarías de una coach: es posible sanar una experiencia de este tipo y extraer aprendizajes por tu cuenta, de forma individual. Requiere tiempo, disciplina, compasión contigo y paciencia con el proceso, pero se puede. Por otro lado, hablar con alguien que funcione como tu «espejo», que te ayude a profundizar en estos aprendizajes y a cuestionar y ofrecer perspectivas, acelera el proceso y lo enriquece.
Yo lo he hecho de las dos formas, y hay asuntos que sé que puedo llevar suficientemente bien sola, y hay asuntos (¡muchos!) donde ya me conviene pedir ayuda y pienso que qué bueno que lo hice. Así que, como cierre, estos son mis tres indicadores para decidir si lo hago sola o conviene pedir ayuda:
- Mi nivel de bienestar (o frustración) actual – ¿Puedo permitirme sentirme como me siento?
- Mi perspectiva sobre el futuro – ¿Veo avance, o me siento estancada?
- Costo de tomarme mi tiempo – ¿Puedo esperar a resolverlo sin que se «rompa» nada?
Espero que estas reflexiones te sirvan, te den ideas, te inspiren a sacar lo mejor de lo difícil, y sobre todo, que te dejen con el sabor de boca de que sí se puede, y que esto es pasajero.
Todo lo mejor,
Yolí