Superando la culpa en el trabajo: De la culpa a la responsabilidad

En el transcurso de nuestras carreras profesionales, todos/as enfrentamos situaciones en las que podríamos haber actuado de manera diferente. Es fácil caer en la trampa de la culpa, especialmente cuando nos cae el veinte que cometimos errores o no hemos estado a la altura de nuestras propias expectativas. Sin embargo, es crucial comprender la diferencia entre sentir solo culpa o también asumir responsabilidad, y aprender a gestionar los sentimientos incómodos.

Culpa vs. Responsabilidad

La culpa es una emoción que surge cuando creemos que hemos hecho algo malo o hemos cometido un error. Sentimos arrepentimiento y podemos criticarnos o recriminarnos a nosotros/as mismos/as. Por otro lado, la responsabilidad implica reconocer nuestra capacidad para influir en los resultados y tomar medidas para corregir o mejorar una situación. Es una actitud más proactiva, resolutiva y constructiva que busca soluciones en lugar de solo enfocarse en la culpa. Ambas pueden convivir al mismo tiempo, pero generalmente, una tendrá más peso que otra en distintos momentos.

Ahora, como contexto: hay 5 emociones base, de las cuales se desprenden un sinfín de matices. Las emociones base son Miedo, Afecto, Tristeza, Enojo y Alegría, es el modelo MATEA, por sus siglas, creado por la Dra. Myriam Muñoz Polit. Cada emoción tiene su utilidad, es decir, es NECESARIA, y entenderlas nos puede ayudar a procesar mejor la culpa.

Yo suelo entender a la culpa como una mezcla de Miedo y Tristeza. Miedo a que vuelva a suceder o ponernos en la misma situación, Tristeza por haberlo permitido. La responsabilidad (no es una “emoción” técnicamente hablando, pero para efectos del artículo, imagina que sí), podríamos decir que incluye ingredientes de Aceptación (que en la base, es “Afecto”) y Enojo, y todas estas emociones -aunque incómodas- nos llevan a un resultado muy positivo: reconocer comportamientos previos como no deseables, perdonarnos, reflexionar para no volverlo a hacer, “abrazar” y reconciliarnos con esas partes complejas de nosotros/as, y Enojo para tomar decisiones valientes que nos ayuden a comportarnos según nuestra nueva resolución. Hasta aquí es incómodo, pero necesario. El problema ocurre cuando no salimos de la culpa, y nos clavamos en la recriminación.

Aunque no se siente bien sentir culpa, tiene una gran utilidad para poder vivir en sociedad o autocuidarnos:

  1. Es una señal de transgresión moral: La culpa es una señal interna de que hemos violado nuestros propios estándares morales o éticos, o que nos hemos traicionado a nosotros/as mismos/as, hablando de aprendizajes laborales. Nos alerta sobre comportamientos dañinos o que podrían estar en conflicto con nuestros valores fundamentales.
  2. Motivación para corregir errores: La culpa puede motivarnos a rectificar nuestros errores y enmendar nuestras acciones. Al reconocer que hemos causado daño o perjuicio, la culpa puede impulsarnos a disculparnos, hacer las paces con quienes hemos afectado – ¡a veces es con nosotros/as mismos/as!- y tomar medidas para evitar cometer el mismo error en el futuro.
  3. Promoción de la empatía: Sentirnos culpables por haber lastimado a alguien puede aumentar nuestra empatía hacia esa persona y hacernos más sensibles a sus necesidades y sentimientos, o a los nuestros, si el error nos perjudicó a nosotros/as. Esto puede fortalecer nuestras relaciones interpersonales, nuestra relación con nosotros/as mismos/as y fomentar un comportamiento más considerado y compasivo en el futuro, o de mayor asertividad.
  4. Prevención de comportamientos perjudiciales: La culpa puede actuar como una barrera emocional que nos disuade de repetir comportamientos que sabemos que son perjudiciales o destructivos. Al experimentar las consecuencias emocionales desagradables de la culpa, podemos ser más propensos a evitar acciones que podrían llevarnos a sentirnos culpables en el futuro.

Una advertencia respecto a la culpa. A veces, sentiremos culpa por cosas que no están moralmente mal, pero que así las consideramos subconscientemente. Esto ocurre porque no hemos roto con condicionamientos culturales o familiares disfuncionales. En este caso, la culpa puede surgir por aspirar a más, no conformarnos, ser asertivos/as y pedir lo que es justo, pensar primero en nuestro bienestar. Aquí, más que atender la culpa per se, lo que toca observar, explorar y deconstruir, son esos condicionamientos detrás, porque en realidad, no hay transgresión moral que reparar, ni comportamiento perjudicial. Cuando sientas culpa por algo y quieras determinar si hay que procesarla, o trabajar condicionamientos, piensa en el impacto de tu comportamiento y a quién puede dañar, eso de dará una guía de por donde empezar. Si la respuesta es «a nadie es que así me enseñaron», ¡a darle a esos condicionamientos!

En resumen, aunque la culpa puede ser una emoción incómoda, también puede desempeñar un papel importante en la regulación de nuestro comportamiento moral y en la promoción de relaciones más empáticas y éticas con los demás y hasta con nosotros/as mismos/as, que es la relación más importante que tendremos.

Ahora, ¿cómo superar la culpa?

Se dice fácil, pero no lo es. En general, va a requerir a) extraer los aprendizajes de la culpa y b) regresar constantemente y con paciencia la atención de la mente y el diálogo mental hacia un lugar más productivo, por ejemplo:

  1. A reenfocar la situación: Comprender que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje y desarrollo profesional y no te hace mala persona. No permitas que un error o una falta de acción definan quién eres como persona o profesional. En su lugar, míralo como una oportunidad para crecer y mejorar.
  2. A separar culpa y responsabilidad: Reconoce que quedarte en la recriminación no te lleva a ninguna parte. En su lugar, asume la responsabilidad de lo que SÍ puedes hacer ahora para mejorar la situación. Elabora un plan de acción a tu medida. Enfócate en las acciones que puedes tomar para rectificar la situación y evitar cometer los mismos errores en el futuro.
  3. A practicar la autocompasión: Trátate a ti mismo con compasión en lugar de ser duro/a contigo mismo. Todos cometemos errores y enfrentamos desafíos en el trabajo, porque la forma en la que aprendemos es – a menudo -equivocándonos. Una frase sencilla de entender, pero difícil de aplicar es “hiciste lo mejor que pudiste con la información y habilidades que tenías”. Practica la misma bondad y comprensión que tendrías hacia un amigo/a.
  4. A aprender de la experiencia: Reflexiona sobre lo ocurrido y extrae lecciones valiosas de la situación. ¿Qué puedes aprender de esta experiencia? ¿Cómo puedes aplicar este aprendizaje para mejorar tu desempeño y relaciones interdepartamentales en el futuro?
  5. A establecer metas realistas: Define metas realistas y alcanzables para tu crecimiento profesional. Esto puede incluir el desarrollo de habilidades de comunicación, establecimiento de límites y práctica de la asertividad en diferentes situaciones laborales.

Junto con la culpa, a veces llega otra emoción: vergüenza, que se encuentra dentro de la emoción Tristeza, pero es una mezcla de culpa y depresión. La diferencia entre solo la culpa y la vergüenza, es esa sensación de depresión, de “ya no tiene caso”, “nada vale la pena”. La culpa por sí sola provoca que queramos reparar el daño, entendible. Peero la vergüenza ocasiona que nos aislemos de las personas, queriendo esconder esa parte irresoluble de nosotros. La vergüenza es un lugar de más impotencia y rechazo que la culpa. Como todas las emociones, tiene una utilidad social, que es el asegurar que un comportamiento no se repite, ni por esa persona ni por otras, pero digamos que más severa que la culpa. Hay un componente de juicio de la persona -y no de sus acciones- que lo hace un “llamado de atención” más rudo. Recuerda que no siempre necesitamos llegar a tanto, y un error no nos hace mala persona, ni debería darnos vergüenza. Si sientes vergüenza, intenta ser gentil contigo mismo/a y acercarte a espacios donde otras personas te escuchen con compasión y sin juicios.

En fin, ¡mucha información! Espero que este desglose te ayude a:

  • Reflexionar para extraer los aprendizajes de las emociones
  • Que te acerques a la autocompasión y flexibilidad – y ¡paciencia! Estos procesos toman tiempo-
  • Darle a la culpa -si es que la sientes- su lugar, pero no dejar que te consuma
  • Y poder enfocarte en la responsabilidad

Un abrazo enorme si estás en una situación así, y deseo que pronto te hagas amigo/a de tus emociones para que puedas ver más allá y recabar los frutos de sentirlas. Son grandes aliadas, solo que no nos han enseñado a escucharlas y gestionarlas adecuadamente.

¿Debo usar una oferta para negociar en mi trabajo actual?

Recibiste una oferta de otro empleo, y una de tus opciones es usarla para negociar en tu trabajo actual. Puedes estarlos considerando por varias razones: tal vez no deseas realmente cambiarte, sino solo buscas un aumento de sueldo, o el riesgo de tomar esa oferta es alto. Puedes, claro, ir con tu trabajo actual y negociar, pero hay varios temas a considerar, no siempre es necesario mencionar que tienes otra oferta. Además, mi consejo de base de todo este artículo sería: solo menciona la contraoferta si estás dispuesto/a a tomarla, para que asegures que en este proceso no pierdes integridad, y nunca hay la percepción de manipulación. Claro, este es un consejo que tiende a la prudencia: prioriza la relación con tu supervisor y la empresa y tu reputación, por encima de intentar negociar algunos puntos porcentuales más, puedes ser más audaz si lo deseas, pero conlleva riesgos.

Es importante mencionar que en realidad, la negociación siempre está abierta – aun si no la sugieres directamente-, ya que si tu «avisas» que ya te vas, sin dar pie a la negociación, a tu empleador le puede convenir retenerte, y preguntarte si necesitas algo para quedarte. Por lo mismo, aunque no sea tu objetivo quedarte, llega preparado/a a esa conversación, habiendo determinado qué compensación o condiciones necesitarías para rechazar la nueva oferta sin remordimientos.

Si la negociación siempre se puede abrir, lo que cambia es qué tan abiertamente la sugieres tú, o si esperas o insinúas que la otra parte tome la iniciativa. Aunque dejar que ellos lo propongan deja la negociación un poco fuera de tu control, puede convenirte ser más sutil (a) si te «da igual» irte en caso de que no contraoferten, o (b) si sientes que se puede dañar la relación si pides una contraoferta directamente. El tema aquí, de nuevo, es que debes estar dispuesto/a a tomar la nueva oferta si las cosas no salen como quieres. Esa oferta debe ser una alternativa real y viable para ti.

Las condiciones que necesitas tener para poder iniciar la negociación son:

  • Estar dispuesto/a a irte si no se cumplen ciertas condiciones mínimas. ¿Pides 10, buscando 5, y te ofrecen 3? Se va a ver raro si aceptas 3, porque se asume que tu oferta por fuera es de 10, si no, ¿por qué lo pedirías? Si te «cachan» en el bluff, podría dañar la relación laboral o la confianza, dañando tus posibilidades a futuro.
  • Idealmente, justificar la solicitud de aumento salarial en función del aumento de responsabilidades y tareas, lo que hace que estés pidiendo un ajuste de sueldo, no un aumento. En caso de que pidas un aumento por las mismas funciones, hay varios riesgos que deberás evaluar qué tan presentes están en tu caso:
    • Que la empresa te lo dé, y te molestes porque «te estuvieron viendo la cara» todo este tiempo. Si me podían pagar 10 y no 8, por todo este tiempo, y acceden solo porque amenazo irme, ¿no es como si me hubieran estado sub-pagando todo este tiempo? Racionalmente, 10 siempre será mejor que 8, pero los seres humanos no podemos evitar meter un sentido de justicia en nuestras evaluaciones.
    • Que la empresa te lo dé porque no te quiere perder en ese momento, pero dañe la relación de confianza, que «te lo dé a regañadientes».
    • Que no te lo dé. En este caso, deberías estar dispuesto a irte, de nuevo, solo menciona la contraoferta si estás dispuesto/a a tomarla. Si no te lo da y te quedas, puedes quedarte resentido/a, minando tu motivación, o la empresa puede dudar de tu motivación y prospectos en el largo plazo, es decir, que asuman que estás ahí solo mientras «encuentras algo más» y ya no cuenten realmente contigo.
    • Por todo lo anterior, puede ocurrir que las empresas tengan una política de no contraofertar cuando un empleado/a recibe una oferta laboral, intenta averiguar si es el caso de tu empleador/a, antes de tocar el tema.

Es crucial considerar el impacto en la carrera a largo plazo y la percepción de lealtad hacia la empresa, tanto en la decisión de hacer la petición o no, como al decidir el tono y las palabras que usarás para comunicarlo. Una negociación mal manejada podría limitar tus oportunidades crecimiento, podría lastimar la confianza con tu supervisor/a y la relación de trabajo a largo plazo.

Por otro lado, siempre digo, este es un mercado laboral, no un matrimonio laboral. La lealtad debe ser hacia ti, tu bienestar y tus metas personales, si una oferta es too good to pass up (en lo económico y en lo intangible!), no la dejes ir. Que no te detenga la lealtad hacia un equipo, proyecto o jefe, a menos que sea estratégico para tu carrera quedarte. Recuerda que es el trabajo de la empresa ofecer una compensación adecuada con el tipo de talento que requiere, y si no ofrece lo suficiente, ¿por qué habrías tú de subsidiarle sus planes, a costa de los tuyos? Si tienes una buena razón, adelante, pero al final, te debe convenir.

Aunque suelo ser muy prudente, recuerda que en temas laborales a veces toca tomar riesgos calculados para avanzar, si no, podrías estancarte. Si sientes que tu compensación actual no valora tu contribución de manera justa, no tengas miedo de afirmar tu valía. A veces, tomar una oferta externa como un trampolín puede ser la sacudida necesaria para conseguir el reconocimiento y la compensación que buscas. No subestimes tu valor y no tengas miedo de exigir lo que vale tu trabajo, (pero siempre con datos del mercado laboral). La audacia también es una cualidad que abre oportunidades. Es tu decisión 🙂

Los 5 por qués

La técnica de los cinco porqués es un método simple pero poderoso de resolución de problemas desarrollado por Sakichi Toyoda, el fundador de Toyota. En lugar de abordar los síntomas superficiales, esta técnica busca las causas fundamentales de un problema para evitar que vuelvan a suceder.

En este artículo te describo más acerca de cómo es la técnica, de los pasos para implementarla, los retos humanos más comunes al implementarla y los tipos de causas que quieres buscar durante la indagación.

¿De qué se trata la técnica de los 5 por qués?

La idea es sencilla, preguntar por qué ocurrió un problema, luego preguntar por qué ocurrió esa respuesta y repetir este proceso hasta que pasemos los síntomas obvios y encontremos la causa raíz. El número cinco no es fijo, pero ayuda a indagar más allá de lo que solemos hacer. La técnica de los cinco porqués te ayuda a evitar sacar conclusiones precipitadas, hacer suposiciones o culpar a factores externos, y en su lugar enfocarte en los factores subyacentes que puedes controlar y mejorar.

Taiichi Ohno daba este ejemplo en 1988, que habla de una máquina que dejó de funcionar:

  • «¿Por qué se detuvo la máquina?» — El circuito se sobrecargó, quemando un fusible.
  • «¿Por qué se sobrecargó el circuito?» — Había insuficiente lubricación, se bloqueó.
  • «¿Por qué había insuficiente lubricación?» — La bomba de aceite no está circulando suficiente aceite.
  • «¿Por qué la bomba no está circulando suficiente aceite?» — La entrada de la bomba está obstruida con virutas de metal.
  • «¿Por qué está obstruida la entrada con virutas de metal?» — Porque no hay un filtro en la bomba.

Sin preguntar repetidamente el porqué, los gerentes simplemente reemplazarían el fusible o la bomba y la falla volvería a ocurrir. El punto no es hacer exactamente 5 preguntas, más bien, es seguir preguntando hasta llegar a la causa raíz.

Pasos para usar la técnica

  1. Define el problema de manera clara y específica. Asegúrate de que sea medible, observable y relevante para el objetivo que quieres resolver.
  2. Después, eliges a quienes van a participar en el ejercicio, las personas que tengan algo que ver con los temas que quiere corregir.
  3. En la reunión, explica el ejercicio si la audiencia no está acostumbrada.
  4. Comienza preguntando por qué ocurrió el problema y escribes la respuesta. Esta es la primera pregunta de por qué que comienza el análisis.
  5. Continúas preguntando por qué hasta que llegas a la causa raíz o el punto en el que ya no puedes preguntar por qué.
  6. Te aseguras de que no hay más causas en ninguno de los pasos (esto se puede abrir como un árbol, y si un problema tiene tres causas, puede que las tres requieran su propia cadena de “por qués”).
  7. Finalmente, identificas e implemente soluciones que aborden la(s) causa(s) raíz y eviten que el problema vuelva a ocurrir.

Implementando los 5 por qués con humanos/as

Hasta aquí la teoría, pero olvidémonos de que los 5 por qués sean sencillos. Es más, ni siquiera deberíamos usar la pregunta “¿por qué…?” (más respect a esto adelante). En realidad, la técnica es una combinación de ingeniería de procesos, psicología y pensamiento sistémico.

La técnica de los cinco porqués tiene varias limitaciones y desafíos a considerar:

  • La calidad de las respuestas depende del conocimiento y objetividad de quienes están ahí.
  • El facilitador/a debe estar atento al “árbol” de causas que se está abriendo, la calidad del facilitador también impacta la profundidad a la que se llegue.
  • Y el proceso puede ser resistido por los participantes si se sienten amenazados por los hallazgos.

Para garantizar un análisis exitoso, es importante hacer preguntas de calidad, utilizar otras herramientas para complementar o validar el análisis, enmarcar la reunión en el objetivo de prevenir un suceso, no de encontrar responsables, y regresar constantemente al tema, no a la persona. Si hay una persona en falla, ayuda mucho asumir o actuar como si creemos que la persona tiene una razón válida y entendible por la cual no hizo algo, y preguntar con curiosidad, y casi desde la ignorancia.

De hecho, en culturas latinas, aunque la técnica se llame 5 por qués, lo mejor es no usar la palabra por qué (que genera defensividad), en vez de eso, preguntar:

  • ¿Cómo ocurrió X?
  • ¿Qué pasó que…
  • ¿Qué ocasionó que…
  • ¿Y como es que..
  • ¿Hay algo más…
  • ¿Qué impidió que..
  • O construye sobre la respuesta pasada asumiendo que tienen razón. Si te dicen “no tuve tiempo de…” en vez de preguntar “por qué no tuviste tiempo?” puedes preguntar ¿qué fue lo qué pasó? O ¿qué es lo que te toma más tiempo ahora?

Aquí hay un ejemplo un poco más complejo de esta aplicación:

  • ¿Qué ocasionó que pasara X?
  • Juan: Es que Luis no me mando Z a tiempo
  • Luis: Pero es que tú…
  • Facilitador: Los detiene y continúa: “Luis, ¿qué fue lo que no te permitió mandar Z a tiempo?” Aquí se frasea de una manera que le reduce la responsabilidad a Luis para bajar la defensividad, “algo no le permitió”
  • Luis: Juan no me avisó de la fecha de entrega con suficiente anticipación.
  • Juan: Pero sí sabías porque estaba en el mail de hace dos semanas.
  • Facilitador: “Luis, ¿qué puedes hacer para que estos mails no se traspapelen?”
  • Luis: “Prefiero que me manden un mail con la fecha de entrega en el subject, para poder procesarlo más fácil”.

Aquí entra el juicio del facilitador/a: puede ser que Luis realmente tenga una carga fuerte de correos que lo haga más fácil de esta forma o, que esté tratando de que no se note que no está haciéndose cargo de revisar correos, pidiendo que hagan algo diferente para que no parezca una falta suya. También cabe la posibilidad de que pedir más requisitos del otro lado sea una forma de “resistirse” a colaborar, o sentir que ejerce algo de control sobre otras áreas. Aquí hay que tener cuidado porque ceder ante estas tácticas crea un gran malestar en las áreas que se tienen que ajustar ante la resistencia de alguien y no es positivo al largo plazo, es mejor resolver el problema de raíz.

El facilitador puede empujar un poco (ej. “si ya viene en un correo, ¿de verdad ponerlo en el subject va a hacer toda la diferencia? Me da la impresión que un correo debería ser suficiente, ¿o qué está pasando?”). De nuevo, está preguntando desde la curiosidad, y actuando como si asume que Luis está en la mejor intención de colaborar.

Si el facilitador decide terminar el proceso, aún le falta validar que no haya ninguna otra cosa que le impida mandar Z a tiempo, para que el análisis esté completo.

  • Facilitador: “OK, muy bien. Además de que la información esté visible en el subject, ¿algo más que te impida mandar Z a tiempo?”
  • Luis: No, nada, ya con eso.

Esto reduce la posibilidad de que salgan razones sorpresa más adelante, y se deben agotar todas las posibles cosas que pueden salir mal:

  • Facilitador: “¡OK, gracias! Juan, si Luis manda Z a tiempo, ¿ya no va a pasar X?”
  • Juan: “Bueno, aunque Luis me mande Z a tiempo, puede que X pase si José tampoco manda W”.

En este caso, José también debía haber sido invitado a la reunión. Si no está, se valida que no haya nada más con esas personas, y se abre otra conversación donde sí esté José presente.

La dinámica de cierre es:

  1. Regresar “hacia arriba” en la cadena de sucesos (o árbol, si se abrieron varias causas para un suceso), para validar que todo ha sido expuesto y cubierto.
  2. Recapitular todos los acuerdos. En este caso son dos:
    1. Si es que no fue necesario presionar a Luis, un acuerdo es que Juan avisa de la fecha de entrega con X anticipación, mediante un correo que incluye el dato importante en el subject
    1. El segundo es que Luis se hará cargo de darle seguimiento adecuadamente.

Si hay temas de resistencia personal importante, puede ser necesario retomar la conversación de forma individual: pero ya no es la técnica de los 5 por qués, es darle feedback a Luis en privado respecto a la expectativa de que lea sus correos y se haga cargo de procesar la información que ahí viene como mejor le funcione para que entregue lo que se requiere en tiempo, o que si hay un verdadero impedimento (ej. le están avisando con poca antelación, aun si cumplen el acuerdo de ponerlo en el subject), que lo mencione para volver a iniciar otro proceso de los 5 por qués.

Una respuesta común es “no sé”. Un no sé es indicativo de una de tres cosas: una forma de evadir una pregunta que está causando incomodidad, una genuina falta de información, o una respuesta “comodín” en lo que siguen pensando. A veces un poco de silencio después de un “no sé” desbloquea ideas.

  • Si es una evasiva: Refrasea la pregunta: ¿qué ayudaría a…? ¿si estuviera 100% en ti, cómo evitarías X? ¿qué facilitaría Y? Si la hacemos más orientada a soluciones, a resolver, puede ser que la persona empiece a pensar desde ese lugar, en vez de causas raíz.
  • Si es una genuina falta de información y recursos, el facilitador/a puede decidir involucrar a alguien que sí tenga la información, o preguntarle al grupo: ¿qué creemos que nos hace falta tener para resolver eso?

La dificultad de esto es que si no llegamos a la verdadera causa raíz, el ejercicio pierde algo de us utilidad, y no siempre es un tema de procesos, el factor humano cuenta mucho.

Tipos de causas de un problema

Para resolver el factor humano y llegar a una verdadera causa raíz, conviene entender los 4 tipos de causas de un problema:

El modelo de iceberg, es una forma de entender problemas que viene de pensamiento sistémico, que propone que todo lo veamos a 4 niveles:

  1. Eventos: «¿qué sucedió?»
  2. Patrones: «¿este evento encaja en una tendencia o patrón?»
  3. Estructuras sistémicas: «¿qué causa que estas tendencias y eventos surjan?»
  4. Modelos mentales: «¿qué suposiciones, creencias y valores dan origen a estas estructuras?»

Lamentablemente, la mayoría de los ejemplos citados para la técnica de los «5 por qués» se quedan en el nivel 1, eventos. Hasta que no hayas alcanzado el nivel 3, no puedes haber llegado a una causa raíz. Especialmente cuando están involucrados seres humanos 😉. Así es cómo puedes utilizar este enfoque durante la técnica de los «5 por qués»:

– En tu cabeza, categoriza las respuestas que recibes en uno de los 4 niveles, para saber dónde te encuentras.

– Sé persistente y no te detengas hasta tener respuestas al menos en el nivel 3, pero idealmente en el nivel 4.

– Si las respuestas te llevan un nivel hacia arriba en lugar de hacia abajo, eso puede significar que hay nuevas vías de investigación, se abre el árbol.

– Haz preguntas que lleven la conversación más profundamente. Para ir al nivel 2, pregunta cosas como «¿con qué frecuencia ocurre esto?». Para ir al nivel 3, pregunta «¿siempre sigues este proceso?». Para ir al nivel 4, pregunta «¿estás de acuerdo con este proceso?».

– No tengas miedo de que la conversación se vuelva abstracta. Ser factual no siempre es el objetivo, sino resolver el problema. El nivel 4 (modelos mentales) es donde las cosas se vuelven menos factuales. Pero también se vuelven más valiosas, ya que los cambios son más poderosos entre más profundo estás.

Un ejemplo: retomemos el ejemplo usado por Toyota al principio, la máquina que se detiene a media operación por no tener filtro. Si lo revisas, te darás cuenta que el ejemplo se queda en el 1er nivel, «eventos».

5. «¿Por qué está obstruida la entrada con virutas de metal?» — Porque no hay un filtro en la bomba.

Ahora mira lo que pasa si continuamos con preguntas que buscan explorar otros niveles:

1. «¿Con qué frecuencia se detienen las máquinas por la falta de filtro?» — Más a menudo que en el pasado. (nivel 2: patrones)

2. ¿Existe un proceso automatizado para monitorear la salud de la bomba de aceite o el filtro? — No hay un proceso automatizado, dependemos de verificaciones aleatorias. (nivel 3: estructuras)

3. ¿Por qué crees que la organización omite el monitoreo automatizado? — La fábrica solía funcionar sin problemas, y creo que nos volvimos complacientes. (ingresando al nivel 4: modelos mentales)

Solo con 3 preguntas adicionales, estratégicamente orientadas a ir a niveles más profundos en el modelo del iceberg, revela muchos más detalles y profundidad al problema original. ¡Los ‘5 Porqués’ acaban de adquirir superpoderes!

Esto requiere mucha práctica, claro, pero aun si no aplicas la técnica de los 5 por qúes, y solo que haces más preguntas curiosas en tu vida y tu trabajo, podrá ver diferencias.

Cómo organizo mi tiempo hoy

En un chat de amigas emprendedoras, alguien comentó que si usamos la matriz de Eisenhower:

Les comenté que para mi carga de trabajo se me hace un poco simplista, y redacté este mensaje para explicar lo que hago. Sabrás que hace 10 años yo quería ser mentora de organización del tiempo, entonces no me dijeron dos veces 😂.

Aquí detallo mi sistema actual, que sirve para mi vida hoy, esto será distinto para cada quien, pero los elementos bases se mantienen.

Esto que les comento es parte de una estrategia mayor (tengo, por ejemplo, definidas las áreas de mi vida y mi trabajo que son prioridad y a esos les llamo «proyectos» y que si seguimos la matriz de arriba, define lo que es importante), pero para no hacerlo más grande, va la parte que es semanal.

  • Cada viernes hago una revisión de la siguiente semana para determinar cuanto tiempo cuento realmente en la semana para trabajar en crecer mi negocio, en vez de operar mi negocio («work ON the business, not IN the business»). Considero sesiones y otros compromisos – incluye cosas que quedé de entregar – . Ya aprendí que desde desde la semana anterior tengo que monitorear si se me llenan mucho de sesiones los días, bloqueo el día para que me quede algo de tiempo para trabajar en lo mío.
  • Agendo tiempo para mí (que ya medio está por default, en mi caso, porque tengo rutina mañanera), o tiempo con mi esposo.
  • Defino mis parteaguas de la semana. Las 2 cosas, chicas o grandes, complejas o sencillas, que si las hago, moverán mis proyectos hacia mi objetivo, los siguientes pasos. Esto es lo importante y no urgente. Defino dos por proyecto, porque si alguna de ellas depende de terceros, quiero tener cosas tb que dependen de mi. No tengo permiso de trabajar en NADA opcional, que no sea eso (como este post, por ejemplo jajaja). Agendo en qué momentos de la semana lo haré. Y si cumplí esos parteaguas, la semana es declarada un éxito.
  • Agendo en qué momentos haré los parteaguas, si es que son cosas que toman tiempo. A veces un parteaguas es «hacer cita con X doctor».
  • Reviso si me estoy comprometiendo a algo que no debo, o que no me suma (aunque cada vez soy más buena para decir no desde el principio)
  • Me salgo de / hago las paces con soltar cosas que:
    • Se van a morir aunque los ayude
    • O van a vivir/resolverse sin importar si me meto
  • Esta revisión la hago más hacia adelante, no solo para la semana, dos tres semanas, tal vez, según lo que quedé de entregar/compromisos sociales.
    Y dejo solo cosas que van a vivir solamente si yo hago algo esta semana (aquí entra la parte de urgencia de la matriz).
  • Reviso mi lista de to-dos para planear qué otras cosas tienen que suceder en la semana, pero no tienen el nivel de importancia de los parteaguas y los organizo alrededor de los espacios que ya tengo comprometidos. Hay semanas donde esto ni entra, si tengo muchas cosas.

Tim Ferriss, otra persona que ha estudiado productividad dice

«Nunca automatices algo que puede ser eliminado. Nunca delegues algo que puede ser automatizado o simplificado, porque estarás desperdiciando el tiempo de otra persona, en vez del tuyo, que ahora hace que desperdicies tu dinero.». El orden de decisión es:

  • Elimina lo que puedas
  • Simplifica lo más posible todo lo demás
  • Automatiza todo lo ya simplificado, y lo que no puedas
  • Delégalo
  • Lo que no puedas delegar, es en lo que sí tienes que estar usando tu tiempo.

Esta secuencia de cierta forma se ve reflejada arriba, pero la incluyo aquí por si esta forma de explicarlo te ayuda a aplicarla mejor a lo que ya hagas hoy.

Las bases para que mi sistema funcione son:

  • Usar calendario. Sin calendario de papel o electrónico, imposible hacer esto. Uso Google para calendario y calendly para que la gente se inscriba en mi agenda.
  • Tener una lista de to-dos concentrada donde esté todo – eso quiere decir que anoto TODO lo que se me ocurre que tengo que hacer-, que es donde puedo revisar un poco hacia adelante, o ver si estoy ignorando algo que no debería. Uso Excel en un Dropbox para tener acceso a él si necesito.
  • Otros espacios para anotar ideas no accionables. Cosas que quiero recordar pero que no son un to-do. Las anoto en pestañas adicionales en el Excel para que no ensucie mi lista de pendientes o en otros espacios. Este es tema de otro artículo. En general, estos espacios los reviso una vez cada 6 meses o un año para recuperar cosas.
  • Y tener un plan para cada proyecto. Tengo un roadmap ya definido de lo que quiero hacer para mi salud física, para mi negocio, y entonces, en la semana, solo «implemento» el roadmap. Si no tengo un plan claro, el to-do es, claramente, DEFINIR el roadmap en calidad de urgente.

Disclaimer:

Este proceso está hecho por mí, especialmente para mí, y para mi vida hoy. No tienes que tener todo tan armado para ver un avance en tu productividad, comienza implementando lo que más sentido te haga. Llegué a este proceso mediante iteraciones de entender qué me funciona y qué no, y sugiero que hagas lo mismo.

Para iterar, ayuda mucho hacer una reflexión sobre la semana anterior:

  • Qué hice bien
  • Qué me falló en la gestión del tiempo
  • Qué lecciones aprendí y
  • Qué elijo hacer de ahora en adelante, a partir de esta información.

Y así vas modificando el sistema. Hice esta reflexión semanalmente por dos meses hace poco, ayudada por uso de Toggl para registrar cómo usaba mi tiempo en esa etapa (pero con una clienta, fue solo hoja y papel y le ayudó bastante, no tienes que ser tan minucioso/a). Aprendí MUCHISIMO y me he volví mucho más eficiente e intencional en el uso de mi tiempo. Me ayuda a ver el costo de malos hábitos que tenía y a encontrar formas de erradicarlos. No veo la necesidad de hacer esta reflexión SIEMPRE, porque ahorita sé que el mayor retorno de mi tiempo está en operar, no en seguir optimizando.

El proceso mencionado al inicio de este post ya lo tengo medio internalizado y lo hago a un 40-50% de su totalidad todas las semanas. No tengo tiempo de hacerlo completo cada semana, o a veces, es inútil porque si viajo, sé que en la semana, con que salga «A», es un logro, porque solo tengo dos días reales. Pero cuando pierdo vista de lo que es importante, regresar a él me ayuda a saber en qué tengo que estar. Menciono esto porque la idea no es perfección en la organización, es HACER LO QUE IMPORTA, por citar a Oso Trava.

Hay siempre temas ambientales-emocionales que se interponen con un sistema de este tipo:

  • People pleasing y no saber decir que no
  • El impulso (personal mío) de siempre querer aprender más, en vez de operar
  • La procrastinación, que a su vez tiene MUCHAS causas
  • Falta de enfoque, te distraes fácilmente
  • Resistencia y rechazo a las reglas. No necesitas este nivel de orden (recuerda, esto es lo que me funcionó a mí), pero si sientes que no estás usando tu tiempo suficientemente bien, ALGO tienes que hacer distinto. Si es una regla que te ayuda, te suma a tu objetivo, y te resistes a ella, toca explorar qué hay ahí.
  • Priorizar lo de todos los demás y ponerte al último
  • y seguro muchas más…

Todo esto emerge mientras intentas implementar el sistema y el momento de atenderlo es MIENTRAS defines, refinas e implementas el sistema. Decir «cuando resuelva la procrastinación implemento algo».. bueno, el chiste se cuenta solo. Nota que atender los temas emocionales puede requerir ayuda.

Listo! Espero que te sirva y te lleves algunas buenas ideas! Sabes que si algo se te atora, me puedes buscar para resolver, o si es algo personal, para explorar qué hay ahí y qué estrategias podemos diseñar para tu caso.

Usar la visualización para reducir nervios antes de una entrevista laboral

Hay indicios de que la visualización enfocada en lo sensorial tiene casi los mismos efectos que la práctica real, y de que el cerebro no distingue del tod entre hechos reales y lo que imkaginamos, generando actividad cerebral y segregando químicos accordingly (cortisol o serotonina, según sea el estímulo).

La combinación de estos dos factores hace de una visualización una herramienta poderosa que se usa mucho en psicología del deporte, cuya eficacia se está estudiando en contextos laborales (aquí, por ejemplo) y que ha dado resultados en mis clientes para bajar los nervios antes de una entrevista.

Los pasos para una visualización efectiva son:

  1. Encuentra un espacio donde no tengas interrupciones, en una posición cómoda. Este ejercicio toma 15 minutos y lo puedes hacer la noche antes de la entrevista y en la mañana misma.
  2. Cuenta una historia: imagina lentamente la narrativa desde que te levantas (o regresas de comer, si es en la tarde), tu tiempo antes de la entrevista, poco antes de empezar, ¿qué estarás haciendo?, el inicio y los saludos iniciales, cómo transcurre la entrevista, hasta cómo te sientes después de cerrar la videoconferencia o salir del edificio.
  3. Involucra todos los sentidos: imagina cómo ves que entra la luz por la ventana a la hora que es tu entrevista, cómo se siente la resistencia de la pantalla de tu laptop en los dedos cuando la abres, cómo huele y sabe el café o té que te preparaste antes y los sonidos cotidianos de tu casa (sí, hasta el de los tamales o los colchones si estás en CDMX).
  4. Enfócate en lo que sí está en tu control y que deseas lograr, como: “me sentía optimista y tranquilo”, “me mantuve calmado/a” o “cuando titubeé y me trabé, supe manejarlo y la entrevista continuó muy bien”, “tenía una disposición abierta y tranquila”, “aunque me hicieron preguntas que no esperaba, pude responderlas bien”, en vez de visualizar cosas que no sabemos si van a pasar como “me dieron el trabajo”. Esto hará tu ejercicio más creíble para ti mismo y de nuevo, más poderoso para tu cerebro.

Mucha suerte 🙂

5 Tips para mejorar tus Habilidades Blandas

¿Qué son las Habilidades Blandas?
Las habilidades blandas son atributos, capacidades y rasgos de personalidad que te ayudan a interactuar con los/as demás y ayudan al éxito en el ámbito laboral. La tendencia es que las empresas las valoren cada vez más y conforme se adquieran más responsabilidades, que sean un determinante cada vez más importante en tu capacidad de dar resultados. Como en todo, está demostrado que perseverancia > talento. Es decir, que no tengamos alguna habilidad blanda desarrollada a satisfacción hoy, no quiere decir que «no se nos dé» o que no la podamos desarrollar.

1. Elige una habilidad a desarrollar
Cada persona tiene una mezcla de fortalezas y debilidades única. El primer paso sería priorizar qué habilidad quieres desarrollar y cuál sería más necesaria para tu carrera.

No hay una “lista oficial” de habilidades blandas como tal, pero algunos ejemplos son:

  • Comunicación con clientes
  • Ser mentor/a de colegas o negociación
  • Mediación
  • Capacidad de liderar el cambio

2. Sal de tu zona de confort
Por lo general, nuestras habilidades blandas tienden a ser más fuertes cuando estamos cómodos – entre amigos en vez de un ambiente de negocios.

Para trabajar nuestras habilidades blandas efectivamente, lo más recomendable sería salir de nuestra zona de confort e ir hacia un ambiente donde no lo harías naturalmente. Si eres introvertido/a, quizás no harías una actividad grupal voluntariamente, pero tus habilidades mejorarían al aplicar un poquito de presión.

3. Haz autorreflexión
Muy seguido pasamos de una actividad o junta a la siguiente sin siquiera pensar muchas veces en cómo nos presentamos o actuamos.

Cuando te sea posible, agenda breves periodos de tiempo para hacer algo de autorreflexión durante el día. Piensa en las situaciones en que no obtuviste la respuesta que esperabas o cuando alguien tomó a mal un comentario tuyo. Piensa en qué dijiste, cómo e incluso la postura que tenías cuando lo hiciste.

Lo que observes te sorprenderá y te ayudará con tus habilidades de comunicación en el futuro.

4. Practica la escucha activa
Escuchar es una parte integral de casi todas las habilidades blandas: comunicación, liderazgo, mediación, etc. Cuando escuches a los demás, busca comprender, no solamente para formular una respuesta.

Escuchar activamente no quiere decir que vas a estar de acuerdo con el/la otro/a, sino que comprendes su perspectiva, a pesar de estar en desacuerdo.

5. Influye en los demás sin un papel de autoridad

La influencia es más poderosa que la autoridad. No tienes que ser el CEO, inversionista o la persona más “senior” en la sala para tener influencia. Habilidades como escucha activa, asertividad y autorreflexión son herramientas que puedes utilizar para influir en los/as demás de manera auténtica.

Construir credibilidad y confianza, encontrar puntos en común y no negociables, movilizar a tu red de aliados, empatizar y transmitir tu pasión para movilizar a la gente, brindar soluciones prácticas, dejar ir tu ego y estar siempre listo/a para encontrar resistencia, son algunas de las mejores habilidades que puedes poner en práctica para influir en los que te rodean.

Los 20 hábitos más molestos

Del libro “What got you here won’t get you there” de Marshall Goldsmith

Todos estos son comportamientos comunes en personas que hay logrado crecer profesionalmente. ¿Por qué? Porque opinar, mejorar, ser críticos/as o tenaces pueden ser parte necesaria al principio de tu carrera, pero en posiciones de liderazgo, no siempre la herramienta anterior sigue siendo efectiva y tienden a limitar los resultados que obtenemos de nuestros equipos.

Ahora, todos/as en algún momento habremos hecho alguna acción de las que presento. El problema no es hacerla una o dos veces, es cuando es un hábito y las personas a tu alrededor reportan que es molesto. Es por esto que las evaluaciones 360 tienen tanto valor: nos permiten ver nuestros puntos ciegos. Y es un hecho que hay personalidades notorias que tienen uno o más hábitos de esta lista (Musk, Jobs?) Probablemente estén triunfando A PESAR de sus hábitos, no gracias a ellos, y la mayoría de nosotros/as no nos podemos dar ese lujo.

Aquí va la lista. ¿Cuáles crees que son las que más podrían estar generando fricciones con las personas a tu alrededor?

1. Ganar demasiado/siempre: La necesidad de querer ganar a toda costa y en todas las situaciones.

1. Ganar demasiado/siempre: La necesidad de querer ganar a toda costa y en todas las situaciones.

2. Agregar valor en exceso: El abrumador deseo de agregar nuestra opinión y/o punto de vista a cada discusión o idea, que le quita motivación y entusiasmo a la persona que nos la trajo.

3. Emitir juicios: La necesidad de calificar a los/as demás e imponerles nuestros estándares.

4. Hacer comentarios destructivos: El sarcasmo innecesario y los comentarios mordaces e hirientes que creemos nos hacen ingeniosos/as.

5. Comenzar nuestras frases con «NO», «PERO» o «SIN EMBARGO»: El uso excesivo de estos calificadores negativos que le hacen saber a todo el mundo que yo creo que tengo razón y tú estás equivocado.

6. Decirle al mundo lo inteligentes que somos: la necesidad de demostrarle a la gente que somos más inteligentes que ellos creen que somos.

7. Hablar cuando estás enojado/a: Usar la volatilidad emocional como herramienta de gestión.

8. Negatividad, o el “Déjame explicarte por qué eso no funcionará”: La necesidad de compartir nuestros pensamientos negativos, incluso cuando ni siquiera se nos preguntó.

9. Retención de información: Negarse a compartir información para mantener ventaja sobre los demás.

10. No dar el reconocimiento adecuado: La incapacidad de dar elogios y recompensas.

11. Tomar el crédito que no merecemos: La forma más molesta de sobreestimar nuestra contribución a cualquier éxito.

12. Poner excusas: La explicación de por qué pasó algo no equivale a justificarlo. La explicación para llegar tarde puede ser «había tráfico», pero también podías haber salido más temprano. O la explicación para una interacción explosiva es «soy impaciente». Eso lo explica, más no borra la ofensa.

13. Aferrarse al pasado: La necesidad de desviar la culpa de nosotros mismos hacia eventos y personas de nuestro pasado; un subconjunto de culpar a todos/as los demás.

14. Tener favoritos: No darnos cuenta que estamos dando trato preferencial.

15. Negarse a expresar arrepentimiento: No asumir la responsabilidad de nuestras acciones, admitir que estamos equivocados o reconocer cómo nuestras acciones afectan a los demás.

16. No escuchar: La forma más pasivo-agresiva de falta de respeto a los compañeros.

17. No expresar gratitud.

18. Castigar al mensajero/a: Atacar a quien por lo general, solo intenta ayudarnos.

19. Pasar la pelota: La necesidad de culpar a todos menos a nosotros mismos.

20. Una necesidad excesiva de ser “yo”: Es una versión más extrema de poner excusas. Es creernos tanto la etiqueta de nuestras fallas (impaciente, poco organizado/a) que la volvemos parte de nuestra identidad («nos hace quienes somos») y así justificar que no cambiamos.

Preguntas de reflexión para «cerrar» un ciclo laboral difícil

Este artículo es para ti si estás procesando lo que te pasa hoy en tu trabajo o saliste de un trabajo donde quedaron temas por sanar y deseas recuperar aprendizajes.

No seré la típica que diga «vele el lado positivo, de todo se aprende» y creer que con eso tu situación se va mágicamente a volver menos desagradable. Pero aprender PUEDE ser una forma de sanar, y… si ya pasaste por todo esto, ¿por qué no sacarle todo el provecho posible para evitar repetir lecciones?

Para ello, aquí dejo algunas preguntas de reflexión que te pueden ayudar a encontrar algunos aprendizajes acerca de ti, y para ti. Mi sugerencia es que respondas en modo «lista», es decir, intentando agotar todas las respuestas a una pregunta, para que busques profundizar lo más posible. No te quedes con la primer respuesta que aparezca. Habrá preguntas que respondas en dos renglones, y otras en dos páginas, el punto es que sientas que ya no hay más por «extraerle» a la pregunta.

  • Toma unas respiraciones para conectar con tu cuerpo, y ve a esa etapa de tu vida, siente que regresas a ella. Enlista todas las emociones y todas las sensaciones físicas que sientes alrededor de esta experiencia laboral. ¿Qué notas? ¿Cuáles emociones y sensaciones de acentúan alrededor de alguna etapa, proyecto, actividad o persona de ese trabajo?
  • ¿Qué deseo hacer con estas emociones y sensaciones? ¿Con qué finalidad deseo esto? ¿Cómo me voy a sentir después si hago esto que deseo?
  • ¿Qué es lo que agradezco de este trabajo?
  • ¿Qué aprendí para bien, que me llevo?
  • ¿Qué aprendí que no quiero ser/hacer o tomar de este trabajo?
  • ¿Qué lecciones profesionales me ha dejado?
  • ¿Y qué lecciones personales me ha dejado?
  • ¿Qué situaciones no quiero volver a vivir?
  • ¿Qué no voy a volver a permitir?
  • ¿Qué puedo hacer para evitar que esto vuelva a suceder?
  • ¿De qué me tengo que hacer cargo para evitar volver a estar en esta situación/es, o para poder salir bien de ella?
  • ¿Qué descubrí acerca de mis mis valores?
  • ¿Y acerca de mis preferencias laborales?
  • ¿Qué consejo le diría a mi yo de hace X años, justo antes de empezar este trabajo, para vivirlo mejor?
  • ¿Qué dirían mis compañeros/as de equipo de mi?
  • ¿Para qué me ha preparado este trabajo?
  • ¿Qué me di cuenta que necesito trabajar, fortalecer o aprender?
  • ¿Qué necesito hoy para estar bien?
  • ¿Qué agradezco hoy en mi vida?
  • ¿De qué me doy cuenta?

Y claro… el (anti)comercial que NO esperarías de una coach: es posible sanar una experiencia de este tipo y extraer aprendizajes por tu cuenta, de forma individual. Requiere tiempo, disciplina, compasión contigo y paciencia con el proceso, pero se puede. Por otro lado, hablar con alguien que funcione como tu «espejo», que te ayude a profundizar en estos aprendizajes y a cuestionar y ofrecer perspectivas, acelera el proceso y lo enriquece.

Yo lo he hecho de las dos formas, y hay asuntos que sé que puedo llevar suficientemente bien sola, y hay asuntos (¡muchos!) donde ya me conviene pedir ayuda y pienso que qué bueno que lo hice. Así que, como cierre, estos son mis tres indicadores para decidir si lo hago sola o conviene pedir ayuda:

  • Mi nivel de bienestar (o frustración) actual – ¿Puedo permitirme sentirme como me siento?
  • Mi perspectiva sobre el futuro – ¿Veo avance, o me siento estancada?
  • Costo de tomarme mi tiempo – ¿Puedo esperar a resolverlo sin que se «rompa» nada?

Espero que estas reflexiones te sirvan, te den ideas, te inspiren a sacar lo mejor de lo difícil, y sobre todo, que te dejen con el sabor de boca de que sí se puede, y que esto es pasajero.

Todo lo mejor,

Yolí

Preguntas para planeación personal y profesional

Tenemos esta creencia que la planeación es solo para el principio de año, o el inicio de algún ciclo. En realidad, siempre es un buen momento para empezar a planear, para darle «refresh» a la motivación y la claridad, y evaluar hacia dónde queremos ir. Bueno, tal vez solo no debamos planear cuando lo estamos usando como una forma de evadir el poner manos a la obra, pero ese es otro tema.

En este post te incluyo algunas preguntas de planeación que pueden ayudarte a lograr claridad, definición y motivación. ¿Cómo usarlas?

  1. Asegúrate de tener un espacio de tiempo sin interrupciones. El tiempo dependerá de ti. A veces en 5 minutos tendremos ideas valiosas, a veces necesitamos más tiempo de reflexión para llegar a lo verdaderamente importante.
  2. Elige para qué rango(s) de tiempo deseas responder las preguntas: 3 años, 1 año, 6 meses, 4 semanas.
  3. Revisasa la lista y responde las preguntas que más conecten contigo y que creas que más te sirvan…
  4. … Sugerencia: hazlo por escrito. De preferencia a mano y en papel o en su defecto, de forma electrónica.

Preguntas para planeación personal

  • ¿Qué deseo conservar de mi vida actual para este horizonte de tiempo?
  • ¿Qué me hace sentir agradecido/a?
  • ¿Qué cambio(s) haría(n) la mayor diferencia en mi vida ahorita?
  • ¿Cómo puedo expresarlo en una(s) meta específica, medible y con fecha?
  • ¿Qué es lo que me aportaría lograr esa meta? ¿Cuál es el valor de lograrla?
  • ¿Cuál sería el costo de no llegar a esa meta?
  • ¿Cuáles son los pasos intermedios para lograr esa(s) meta(s)? A grandes rasgos. ¿Hay algunos «hitos» o «milestones» importantes?
  • ¿Qué sentimientos o sensaciones vienen cuando me planteo estas metas e hitos? ¿Emoción? ¿Temor? ¿Cuáles otras? Y, ¿cómo quiero manejarlas?
  • ¿Cuáles son los primeros pasos que tengo que dar hacia el primer milestone/hito?
  • ¿Tengo suficiente información y los recursos para dar ese paso?
  • ¿Qué me hace falta? ¿Qué tan necesario es realmente?
  • ¿Cómo puedo conseguir lo que me hace falta?
  • ¿De qué necesito hacerme cargo para avanzar hacia esos hitos?
  • ¿Debo hablar con alguien, negociar acuerdos (incluso conmigo) o arreglar algo para hacer el espacio para lograr esta meta y dedicarle el tiempo necesario?
  • ¿Qué me ayudará a sostener la motivación?
  • ¿Cómo puedo asegurar de mantener esta meta presente? Puedes agendar revisiones periódicas, pedirle a alguien que te recuerde o poner recordatorios en lugares visibles y/o de uso frecuente.

Preguntas para planeación profesional

  • ¿Qué deseo conservar de mi vida profesional actual para este horizonte de tiempo?
  • ¿Qué me hace sentir agradecido/a hoy?
  • ¿Cuál es la visión para mi vida profesional en ese horizonte de tiempo?
  • ¿Qué tipo de persona estoy siendo en esa visión?
  • ¿Qué tendría que cambiar en mi trabajo o en mi, para lograr eso?
  • ¿Qué impacto tendría en mi vida personal el lograr eso?
  • ¿Qué «problemas» o retos de los que trabajo hoy, disfruto de resolver?
  • ¿Qué problemas ya no quiero tener/resolver en ese horizonte de tiempo?
  • ¿Quiero nuevos retos? ¿Cómo tendrían que ser?
  • ¿Cuál(es) de los siguientes cambios ayudarían más a mi carrera: especialización, volverme más generalista, fortalecer y/o formalizar habilidades técnicas, desarrollar habilidades blandas, aprender alguna otra habilidad o competencia, cambiar de trabajo, negociar algo en mi trabajo actual?
  • Con base en lo anterior, ¿qué metas medibles, específicas y con fecha deseo plantear?
  • ¿Cuáles son las metas intermedias? También expresar de forma medible, específica y con una fecha de cumplimiento.
  • ¿Cuáles son las siguientes acciones observables («pensar en…» no cuenta) que debo llevar a cabo para acercarme a esta meta?
  • ¿Qué sentimientos o sensaciones vienen cuando me planteo estas metas e hitos y siguientes acciones? ¿Emoción? ¿Temor? ¿Cuáles otras? Y, ¿cómo quiero manejarlas?¿De qué necesito hacerme cargo para avanzar hacia esos hitos?
  • ¿Debo hablar con alguien, negociar acuerdos (incluso conmigo) o arreglar algo para hacer el espacio para lograr esta meta y dedicarle el tiempo necesario?
  • ¿Qué me ayudará a sostener la motivación?
  • ¿Cómo puedo asegurar de mantener esta(s) meta(s) presente(s)? Puedes agendar revisiones periódicas, pedirle a alguien que te recuerde o poner recordatorios en lugares visibles y/o de uso frecuente.

Los bloqueos más comunes que te evitan crecer a posiciones estratégicas

En trabajo con clientes he observado que el reto de superar posiciones de gerencia media/operativa presenta dificultades diferentes que para volverse supervisor(a) por primera vez. Y no siempre está tan claro qué está pasando. Así que, sin más rodeos, este es un listado de bloqueos que he identificado, para que tomes acciones relevantes (o los prevengas):

• No identificar qué falta para el siguiente paso, por falta de retroalimentación específica.
• Ser reconocido(a) y solicitado(a) por ser el/la apagafuegos, algunas organizaciones no querrán cambiarte de ahí y quedarse sin ese rol.
• Estar atento(a) solo a la operación y el detalle, creyendo que una operación impecable traerá la promoción, pero con poco tiempo y capacidad para aportar estratégicamente.
• Estilo de liderazgo disruptivo (para ellos). Puede que tengan baja tolerancia hacia estilos de liderazgo distintos a los que existen ya en el círculo de directivos(as) estratégicos(as) actuales. Y es una triste realidad en algunas organizaciones: lo aceptable cambia dependiendo de si eres hombre o mujer.
• Falta de exposición: no eres visto(a) por los(as) tomadores de decisiones como el(la) contribuyente estratégico(a) que ya eres.
• Falta de habilidades de influencia y persuasión. Podrás tener excelente trato y ser altamente respetado(a) por tu trabajo pero puede que quienes suban tengan más capacidades de navegar el entorno político-laboral y esto te esté frenando.
Inercia: en otras organizaciones, tristemente, requieren de una presión importante para dar el paso (el típico “o veo claro, o me pondré a buscar”).

Aunque algunos de estos obstáculos son cosas que se pueden atender de forma individual, otros deberían ser idealmente resueltos por las organizaciones, pero no siempre será el caso. Mi sugerencia es que no dejes tu crecimiento profesional en manos de alguien más, así que si estás en esta situación, tal vez toque decidir entre (a) desarrollar una estrategia para superar lo bloqueos o (b) emigrar a un lugar o equipo más propicio para seguir creciendo.

¿Ocurre esto en tu organización? ¿Identificas alguno de estos en ti, y cuál bloqueo es el que más te afecta?

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¿Coaching o terapia? ¿Cuál es la diferencia?

Todos hemos vivido momentos coyunturales y de ajustes en nuestra vida profesional o personal. Si has sentido parálisis, desenfoque, confusión, presión o una lista de “barreras” que no puedes quitar de en medio, es una posibilidad que necesites apoyo profesional y conocer cuál sería mejor para ti y/o con cuál te sientes cómodo es un primer paso para conseguir moverte hacia donde quieres.

Te comparto este material para que puedas reconocer cuáles son las diferencias básicas entre el coaching y la terapia.

Por el momento, te comparto que si te inclinas por el coaching, tu coach deberá ayudarte a crear estrategias y conseguir sus objetivos a través de un proceso reflexivo y la búsqueda de información en tu interior. En coaching debe fomentarse la toma de decisiones alineadas contigo y fuera del drive automático con el que continuamente viajamos.

En ambos procesos, la experiencia de un cliente dependerá de la química con el/la coach o terapeuta, así como de su nivel de inversión y apertura.

Pide una sesión demo conmigo para que veas si coaching es para ti.