Un ejercicio para el manejo de las emociones “inconvenientes”

Mis clientes de repente me piden técnicas para suprimir algunas emociones “inconvenientes” en ámbitos profesionales: miedo, nervio, frustración, enojo. Y en mis redes destacaba la importancia de diferenciar entre “emociones inconvenientes”y “forma inconveniente de manejar nuestras emociones”. ¡Son dos cosas muy distintas!

¡Las emociones no son inconvenientes!

Lo que regularmente nos falla es manejarlas según la situación, por eso, les comparto un ejercicio para trabajarlo.

¡Advertencia! “easier said than done”. Hay que tener muuuucho sentido del humor, porque todos nos caemos una o más veces de la bici, antes de poder recorrer una cuadra. Es necesario hacerse a la idea de que iremos haciendo experimentos cada vez con más éxito, y  que las primeras veces puede que sea incómodo, o no obtengamos el resultado que deseamos.

Aviso: Al leerlo, puede parecer un ejercicio teórico. Generalmente es mejor hacerlo con alguien para que ella o él hagan las preguntas, te observen, noten tus expresiones o cambios en tu semblante y tú sólo te enfoques en tus sensaciones. Un(a) coach tiene entrenamiento para eso, pero a veces, si eres perseverante y/o tienes emociones muy evidentes, este ejercicio puede ser realizado por ti con apoyo de alguien más y ser en verdad de ayuda, dándote suficiente información para ir gestionando mejor tus emociones.

Ahora sí, para empezar, date un momento a solas y en calma y respira hondo tres veces:

  1. Ubica esa emoción cuyo manejo deseas mejorar. Recuerda la situación que te la generó y responde las siguientes preguntas. NOTA: Quédate al menos 2 minutos en cada pregunta para asegurar que estás explorando a profundidad. Contestar rapidito y superficialmente no dará los mismos resultados.
  • ¿Cuáles son los “triggers” o detonadores de la emoción?, ¿qué situaciones suelen despertarla?
  • ¿Qué sensaciones físicas sientes cuando está llegando? ¿Y cuando ya se instaló? 
  • ¿En dónde las sientes? ¿Cómo son? Descríbelas con el mayor detalle posible, muy posiblemente sea una SECUENCIA de sensaciones, identifícalas en orden, y sé lo más específico(a) posible, no es lo mismo decir “tristeza” que “desesperanza” que “como un dolor”, por ejemplo
  • ¿Qué pensamientos dan vueltas en tu cabeza? Generalmente, es un momento donde pensamos muchas cosas casi a la vez y con poca claridad. Detectarlos y verbalizarlos es importante. 
  • ¿Qué dicen esos pensamientos de ti? Que soy alguien… que me importa… que considero que… que se siente… suelen ser formas de comenzar las respuestas.
  1. Identifica un momento en que podrías tener una ventana para gestionar tu diálogo interno y elegir cómo reaccionar. Siempre la hay, a veces no la detectamos, o nuestros hábitos nos hacen “saltárnosla”, pero ahí está.
  2. Diseña y elige: ¿qué puedes hacer (físicamente) o qué puedes decirte (diálogo interno) en esa ventana?

Piensa en cosas que involucren a tu cuerpo, puede ser: respirar hondo, apretar una mano, sonreír para ti al reconocer “ya sé lo que me está pasando”. 

Incluye también a tu mente: ¿qué le vas a decir a esa emoción? ¿cómo la vas a reconocer de manera amable, pero sin dejarla que tome el timón?

¿Cómo recordarás esta elección en un momento difícil? Puede ser el recordar un personaje que quieras emular, o alguien que te recuerde lo que necesitas saber para gestionarla adecuadamente.

¡Les dije! Easier said than done! (¡Y no me lo tienen que decir a mí, esto es algo que ensayo todo el tiempo!) Pero estos cambios de comportamiento son como músculos que se deben ejercitar para que nos sirvan mejor. 

Detectar la ventana y conectar con tu cuerpo son habilidades; elegir conscientemente y no dejarte llevar por hábitos que detectaste que no te sirven, son habilidades, y como tales, se trabajan. El valor está en la práctica constante, no en cómo te salió por primera vez. 

Cada vez que lo intentes, reconoce lo que sí fuiste capaz de hacer, y sigue intentando; repite los pasos a solas para que sigas terminando de conocer esa emoción, así como las sensaciones y pensamientos que la acompañan. Cada nueva mirada te va a dar información adicional.

Caso real. Un cliente sentía enojo en reuniones con ejecutivos donde percibía que las acciones de otros iban a afectar el trabajo de su área, lo que llevaba a respuestas cortantes y no lo veían como un par. Siguiendo este proceso – en sesión- logró identificar (a) que sentía mucha urgencia de resolver temas que en realidad no eran urgentes y (b) maneras de canalizar su preocupación, como “mantras” que le recordaban una perspectiva más sabia. Eso le permitió establecer una comunicación asertiva y calmada, que pudiera generar apertura de otros a escuchar su punto de vista, y comunicarse adecuadamente, poniendo límites constructivos y amables sobre su propia responsabilidad cuando una decisión estaba fuera de sus manos.

¿Qué reacciones tuyas crees que se verían beneficiadas de aplicar este proceso?

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